lunes, 16 de mayo de 2011

EL PERIODISMO EN EL SIGLO XX


EL NACIMIENTO DE LA ACTUAL ESTRUCTURA DE LA INFORMACIÓN

La revolución industrial dio lugar a una prensa de impresión que podría crear miles de copias de un periódico de un día para otro.
A partir de 1880 surgen nuevos medios cuantitativa y cualitativamente distintos a los del S.XIX que constituyen el origen de la información propia del siglo XX.
En torno a esta fecha los distintos países occidentales dictan leyes de prensa burguesas, en las que se reconoce la libertad de expresión y organizan su estructura informativa en torno a las agencias nacionales de noticias las cuales mantienen estrechas relaciones con los gobiernos y surten de información a los periódicos. Bajo ese predominio de las agencias, todos los medios atienden a los mismos temas.
El nacimiento de las agencias de noticias provocó algunos cambios en la información que se han mantenido hasta nuestros días: el establecimiento de la red telegráfica mundial dio como resultado la ubicuidad informativa y la tendencia a la uniformidad propias de la información del S.XX. El telégrafo colaboró también al culto a la objetividad informativa.
LA PRENSA EN LA NUEVA "SOCIEDAD DE MASAS"
En los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, surge en EE.UU y algunos países de Europa una nueva generación de periódicos el llamado new journalisme o nuevo periodismo, cuyo ejemplo paradigmático fue The World, de Pulitzer. Son los primeros periódicos de masas. Aumentan espectacularmente su tirada, incluyen muchas páginas de publicidad, se establecen en grandes edificios y obtienen unos beneficios insospechados hasta entonces.
Cualitativamente estos periódicos abandonan las viejas fórmulas y se atribuyen nuevas funciones en la sociedad del siglo XX. Se convierten en bienes de uso y consumo. Se venden a bajo precio y ofrecen a sus lectores un producto atractivo y bien acabado. Su presencia reiterada en la sociedad los convierte en instrumentos de gran influencia.
En 1895, el diario de Pulitzer, New York World, era el superior diario en Nueva York y sus alrededores, más grande aún que el New York Times. Posteriormente, Hearst compraría el New York Journal, y rápidamente se convirtiría en la principal competencia de Pulitzer.
Ese exceso de poder les va a permitir provocar manipulaciones de todo tipo. Surge en este contexto la prensa amarilla o sensacionalista caracterizada por tergiversar la información, inventar noticias, resaltar el morbo, incentivar la violencia y banalizar la vida social"
El término recibe el nombre de una popular tira cómica, "El pilluelo amarillo" o sensacionalista, que a menudo proporcionaba informaciones falsas para atraer al público lector.
Hoy en día, hablar de “prensa amarilla” es hablar de las publicaciones que incluyen titulares de catástrofes y fotografías con información detallada acerca de accidentes, crímenes, adulterios y cosas escandalosas en general.
“Los métodos del periodismo amarillo han sido y serán utilizados por editores y periodistas que pongan el objetivo de aumentar la tirada o la audiencia por encima de cualquier otra consideración”. Ejemplo: Encabezados como “Poli Ejecutado” o “Menor de edad muerto de 20 cuchilladas”.
Aunque el periodismo amarillo es mucho menos común ahora que en el año 1900, todavía existe. Algunos periódicos, revistas, sitios de Internet, e incluso canales de noticias de televisión puede presentar la información con un giro en los hechos con tal de apoyar sus propios puntos de vista o para aumentar su número de lectores o espectadores.
La mejor manera de evitar el efecto del periodismo amarillo es comprobar la veracidad de los hechos con varias fuentes, y no conformarse con una sola visión sesgada de una noticia. Considere la posibilidad de que la noticia está sucediendo y los sesgos de la fuente que esta pueda tener.
Al recibir noticias de más de un lugar, es posible ver el periodismo amarillo por lo que se debe mantener un diálogo abierto y una mente imparcial a la hora de la búsqueda de los hechos reales.
Como reacción al amarillismo surgieron también hacia fines del XIX y comienzos del XX periódicos de élite de información general cuyo modelo fue el New York Time, diario que creó un nuevo modo de hacer periodismo, basado en la documentación exhaustiva y el análisis de los hechos. A este modelo responden también Le Figaro en Francia, el Frankfurter Zeitung en Alemania, Il Corriere de la Sera en Italia y El Imparcial y El Liberal en España.
El periodismo en tiempo de guerra
El periodismo amarillo se ha utilizado en todas las guerras en las que los EE.UU. ha estado involucrado, buscando retratar el lado opuesto como atacar el mal, acabar con los tratos infrahumanos, o cualquier valor similar a estos. Se ha utilizado para obtener beneficios políticos y sociales. El uso de la prensa amarilla se ha movido más allá de la codicia de los dueños de periódicos, y ahora se utiliza sobre todo para modificar la opinión pública.
Durante la Primera Guerra Mundial los periodistas colaboraron con el ejército y difundieron entre la población falsas historias heroicas, con el fin de mantener el entusiasmo de la retaguardia y fomentar el odio entre los contrincantes. La población europea descubrió el engaño al terminar la guerra y los lectores, conscientes de que habían sido manipulados, perdieron la confianza en los medios escritos.
En el periodo de entreguerras surgieron totalitarismos en distintos países occidentales (nazismo alemán, fascismo italiano, comunismo ruso etc...) Se establecieron dos modelos de información diferentes, el de estos Estados totalitarios que hicieron de la propaganda uno de los medios fundamentales de su organización y controlaron todos los resortes del sistema informativo (la prensa, la radio, el cine, los libros, las artes, la educación... se sometían a los fines del partido en el poder) ; y el de los territorios libres, como Inglaterra, en los que pervivió el modelo liberal, que reconocía la libertad de expresión.
Durante la Segunda Guerra Mundial también se utilizaron los medios de información- prensa y radio- con fines propagandísticos: Hitler recurrió a la llamada propaganda mecanicista, basada en la idea de que ante un determinado estímulo, las poblaciones iban a tener una misma respuesta.
Durante el periodo, todos los diarios de masas de estos países, estuvieron marcados por la propaganda: utilizaron técnicas, fórmulas y trucos de persuasión ; la terminología propagandística lo impregnaba todo, incluso las secciones de entretenimiento.
Debido a la competencia de los nuevos medios como el cine, la radio y la televisión, se desarrolló el fotoperiodismo. Los periódicos incluyeron en sus páginas la imagen fotográfica que ya no era un mero adorno, sino un lenguaje alternativo. Los medios se utilizaron como válvulas de escape de la realidad circundante : ofrecían un 90% de entretenimiento y un 10 % de información amena y pretendían alejar al lector de sus problemas diarios.
España no quedó fuera de las tendencias generales de la prensa en Europa. La influencia de la propaganda en los medios impresos se acentuó, debido a las circunstancias históricas de nuestro país que vivió en estos años una guerra civil. Durante la contienda, tanto en la zona republicana como en la nacional se instituyeron organismos oficiales dedicados exclusivamente a la propaganda (El ministerio de propaganda en la zona republicana y la Delegación de prensa y propaganda en la nacional).
El periodismo tras la segunda guerra mundial
Tras la segunda guerra mundial los Estados vieron la necesidad de intervenir en el sector informativo. Los vencedores aprendieron de la guerra que los medios debían cumplir una función social de servicio público. Se desarrolló entonces la teoría de la responsabilidad social de los medios.
Desde 1945 a 1970 se vive una etapa de expansión económica que repercute en el desarrollo del sector informativo. Los Estados defienden la libertad de expresión y, al mismo tiempo, establecen normas de control de los medios. Paralelamente, se convierten en dueño de diarios, emisoras de radio y cadenas de televisión públicas.
El negocio informativo crece y las empresas de información aumentan su poder. Esto favorece la concentración de los medios (cada vez menos empresas son dueñas de más medios), a pesar del control de los Estados que promulgan leyes antimonopolio.
Junto al periodismo escrito, a medida que avanza el siglo, se desarrolla el periodismo en la radio y la televisión.
Existen medios de calidad o de élite como El Times, El ABC, Le Monde, La BBC... que cultivan la objetividad informativa; y medios de masas cuya función primordial sigue siendo el entretenimiento.
Las últimas tendencias de la prensa
En el año 70 se inicia una crisis que da entrada a la sociedad de información en la que estamos inmersos. El desarrollo de las nuevas tecnologías afecta a todos los medios de comunicación. Se acentúa la tendencia a la concentración de emisores. La información, cada vez más, se convierte en un fenómeno supranacional y hay un claro predominio de las agencias y cadenas de televisión americanas.
Muchos Estados que mantenían medios públicos los privatizan dejándolos en manos de grandes grupos empresariales. Cada vez cobra mayor importancia el mercado audiovisual de modo que los diarios se contagian de la fuerza de lo icónico: los medios, incluso los de élite incorporan cada vez más la imagen y el color ; aparecen nuevos géneros visuales, como la infografía y, por contagio de televisión, se incluyen, hasta en los periódicos más serios, contenidos rosas.
EL PODER DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
El profesor Marcos Sebastián Pérez Peña, de la Universidad de Santiago de Compostela (Op. Cit.) explica en su artículo cuál debería ser la regla fundamental a seguir por parte de los periodistas:
«La Teoría de la responsabilidad social de la prensa concibe la información como uno de los derechos fundamentales de la sociedad, depositado en los medios de comunicación y en los periodistas y garantizado por ellos (...) Sin embargo, los medios de comunicación parecen jugar hoy en día un rol de organismo con una autonomía económica propia dirigida en mayor medida hacia intereses políticos y económicos, más que hacia la responsabilidad social que exige de ellos la democracia.»
Esto origina que, por lo general, se genere « un proceso de convergencia discursiva entre el discurso oficial y los medios de comunicación, que reproducen la retórica del gobierno, haciéndose evidente la dependencia». En los casos en los que el periódico responde a los intereses de la oposición, se inicia un linchamiento mediático contra aquellos valores o representantes políticos que más diferencias representen con su opción.
De este modo, la opinión pública se ciñe tan sólo a lo que los medios de comunicación establecen. La realidad que perciben los ciudadanos es la realidad que transmiten los medios, que, según Pérez Peña, «tienen una posición privilegiada para crear y/o reproducir conceptos, significados, esquemas cognitivos y modelos interpretativos a través de los cuales los individuos le dan sentido a su propia existencia».
Los políticos aprovechan este privilegio para sus propios fines, de modo que los medios acaban siendo un instrumento de difusión propagandística (en la mayoría de los casos elaborada por periodistas a sueldo de políticos o empresas, lo que el profesor José Luís Dader acertaba en denominar comunicopólogos). El ejemplo más claro es el de las campañas electorales, que terminan formando un triángulo cuyos tres vértices son los candidatos, los medios y los votantes. En las elecciones del 9M, el líder de Izquierda Unida Gaspar Llamazares ha denunciado el abandono que los medios han hecho a la campaña de su partido, lo que ha sido una de las causas del fracaso de éste en las urnas.
Los profesores César Mauricio Velásquez y Jesús Erney Torres explican que «los medios de comunicación no nacieron libres, sino sometidos al poder. Eran los reyes y los señores quienes controlaban las imprentas. (...) A través de la historia los periodistas han desempeñado su trabajo con la presión, implícita o explícita, de los gobernantes». Velásquez y Erney citan como caso reciente el ya mencionado en este trabajo: «El expresidente español, José María Aznar, llamó a directores de medios para que difundieran la supuesta autoría de ETA en los atentados del 11 de marzo en Madrid».
En una entrevista que Margarita Rivière realizó al periodista Carlos González Reigosa éste explicó su postura sobre la influencia del poder en el periodismo y sobre el nuevo marco creado en la Sociedad de la Información:
«La información está cada vez más contaminada por intereses ajenos al periodismo. Sobre el periodista actúan constantemente agentes externos que tratan de obtener un resultado informativo concreto. Pero, a la vez, eso no puede ser de otro modo, puesto que estamos en la era de la información. Los medios son la "escena" en la cual "se existe" y en donde se adquiere una imagen... Pero, paradójicamente, los periodistas pueden ser las víctimas de esta situación. (...) El periodista cada vez está más solo frente a esa red de intereses, y podemos acabar cada vez más especializados, asépticos, haciendo un periodismo para periodistas: cada vez que un periodista llama a algún sitio para contrastar una información, le contesta otro periodista que está al servicio de la mejor imagen de una corporación. Ésta es la sociedad de la información.»
La situación es similar en el resto de los países. Por ejemplo: Estados Unidos creó la denominada radio Liberty para combatir el comunismo durante la Guerra Fría. Con la invasión de Irak, esta situación se ha repetido con la aparición de TV Liberty, un canal de televisión que ha actuado como propaganda para que la opinión pública apoyara incondicionalmente la guerra.
La medición de las audiencias juega un papel crucial en este sentido. No sólo afecta a los ingresos por publicidad, sino que también les sirve a los políticos para averiguar hasta qué punto su imagen y mensajes son percibidos por la sociedad. De esta manera, destaca el profesor Gabriel Misas Arango[5]«el eje de la estrategia es que lo comunicable sea aceptado por la mayoría».
Otra consecuencia de este poder de los medios de comunicación es que el periodista acaba por convertirse en una marioneta política, creyéndose las adulaciones de quienes están interesados en caer bien. Así lo explica el ex director de El País, Juan Luís Cebrián, a propósito de una pregunta realizada por Margarita Rivière (Op. Cit.):
«Los periodistas decimos que estamos fuera del palacio, pero nos encanta que nos abran los aposentos. El palacio nos mira como unos intrusos, pero el pueblo considera que estamos en la Corte. En España la prensa sirvió a la vertebración, pero ahora hay medios que amenazan con una desvertebración. Y no digo que no tengan derecho a hacer eso, pero el que se diga que todos los políticos son unos ladrones daña el mínimo consenso social para construir algo».
La otra consecuencia del poder de los medios es el sensacionalismo. La información acaba vendiéndose al mejor postor (en este caso, la publicidad) y, por lo tanto, se olvida el deber constitucional de los ciudadanos a estar informados en beneficio del entretenimiento, el chismorreo y la banalidad. Los informativos, sobre todo en el medio televisivo, acaban reduciendo el espacio dedicado a información política y ampliando noticias absurdas con intereses comerciales. Un ejemplo diario es el informativo de Antena 3, que introduce encuestas sobre temas intrascendentes realizadas por empresas privadas, (cada año sale la encuesta sobre la vida sexual de los españoles realizada por Dúrex, sobre la felicidad de los ciudadanos impulsada desde Coca-Cola, etc.). Así, la publicidad trasciende sus espacios para introducirse en el periodismo (el informativo de Antena 3 es, según el Estudio General de Medios, el de mayor audiencia).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar este blog

Entradas populares